Repensando...la investigación en la educación



Cuando en los años 70 y 80 Elliot Eisner propuso un modelo de evaluación basado en la crítica artística estaba señalando el camino que ponía en relación conocimientos y experiencias derivadas de las artes visuales con concepciones y prácticas relacionadas con la educación escolar.

Desde que el empirismo primero y el positivismo más tarde establecieron las bases del denominado método científico, esta visión de la investigación científica se puede localizar dentro de la corriente dualista que ha marcado durante casi trescientos años al pensamiento occidental y que ha significado, por ejemplo, aceptar como necesaria la separación entre el sujeto que observa e investiga y el objeto observado y sobre el que se investiga;  Además, considera que tanto el proceso como los resultados de la investigación convienen que sean matematizados, es decir, reducidos a términos numéricos, en aras de una mayor objetividad y fiabilidad y de preferencia realizadas en un laboratorio adecuado para ello.

El arraigo de esta tradición como forma legítima de considerar lo que es (y no es) investigación ha llevado por ejemplo a considerar que son sólo los científicos vinculados a las Ciencias Experimentales quienes realizan investigación (de verdad), y a establecer una visión/posición jerárquica de éstos respecto, por ejemplo a los científicos sociales o a quienes realizan su tarea en el campo de las Humanidades.

Pero después de la crisis de los supuestos del positivismo y del cientifismo (Ibáñez, 1981; 2001), la noción de investigación y la forma de abordarla se ha ido ampliando y extendiendo más allá de la limitada noción de investigación científica, que no permite el estudio de fenómenos complejos y cambiantes, como son los que tienen que ver con las maneras de dotarlos de significados a las actuaciones y experiencias de los seres humanos.

El impacto de estas ideas, no sólo han supuesto abrir la investigación a otras formas narrativas que representen geografías de la experiencia humana que habían quedado ocultas bajo la capa del objetivismo, sino también a cuestionar lo que es o puede ser investigación. 

Eso ha llevado a autores como Eisner (1998) y Barone (2001) a plantear que la investigación científica es sólo un tipo de investigación, pero que no es la única forma de investigación posible, sobre todo si se trata de investigar fenómenos relacionados con comportamientos humanos, relaciones sociales o representaciones simbólicas. Es por eso que en la actualidad se habla de investigación etnográfica, biográfica, histórica, narrativa, preformativa,… (Bolívar, 1998). Desde estas perspectivas que miran al sujeto y a la narrativa que da cuenta de la experiencia, de lo que se trata, como señala Eisner (1998: 283), es de “abrir nuevas vías de pensamiento sobre cómo llegamos a saber y exploramos las formas, a través de las cuales lo que sabemos se hace público. Tales formas, como la literatura, el cine, la poesía y el vídeo se han utilizado durante años en nuestra cultura para ayudar a que las personas vean y comprendan cuestiones y acontecimientos importantes. En raras ocasiones se han utilizado en la realización de investigación educativa. Estudiamos la enseñanza con herramientas estadísticas muy poderosas, pero rara vez la estudiamos también como un arte práctico. 

La investigación basada en las artes propone alternativas a la investigación educativa y social que cuestionan el carácter reduccionista de algunas aproximaciones cualitativas, interpela la construcción pre-establecida de conocimiento y pone el énfasis en estrategias literarias, visuales y performativas que posibilitan hacer visible aquello que, de otra manera, se mantendría invisible.

Revisar:

http://revistas.um.es/educatio/article/viewFile/46641/44671



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